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KARATE y LEGO
Joseba Martinez Gago
La práctica del karate en las últimas décadas se ha basado, en la mayoría de los casos, en la repetición: la repetición de unos movimientos y patrones generalmente condensados en las kata. De los tres pilares en la práctica del karate-do (kihon, kata y kumite) las kata podrían considerarse el elemento vertebrador, tanto por tradición histórica -eran el modo de transmisión del karate en tiempos en los que no había grandes medios de comunicación y distiribución de la información- como por ser el nexo de unión de los otros dos pilares: a través de las kata las técnicas aprendidas y practicadas como kihon se encadenan entre sí en un contexto imaginario y, a su vez, sirven de base para su aplicabilidad en kumite mediante lo que conocemos como bunkai. No en vano mi senseii Jaime Santamaría señala que practicar kata es fundamental para el entrenamiento del karate:
El objetivo de las kata es, por lo tanto, la práctica repetida de
diferentes patrones de movimiento de modo que se acabe generando una
“memoria muscular”. Así, en el momento en el que fuese necesario el
cuerpo será capaz de reaccionar de manera inmediata y automática. Sin
embargo, la mera práctica de kata sirve de muy poco; para que ésta sea
efectiva es necesario tener presente en todo momento qué se está
haciendo y para qué se está haciendo. Ahí radica la diferencia entre
realizar una mera tabla de ejercicios y un entrenamiento integral. Por
lo tanto, la interpretación de cada movimiento en una kata es muy
importante en el entrenamiento: no es lo mismo ejecutar un Gedan-Barai
seguido de un Oi-Tsuki mecánicamente que siendo consciente de que, por
ejemplo, se va a parar un Mae-Geri y contraatacar rápidamente Bunkai significa “análisis” o “deconstrucción”, esto es, desmontar en piezas una kata para dar significado a cada componente aisladamente y, posteriormente, recomponerlo. Aquí subyace un elemento central del bunkai, y es su interpretabilidad: cada movimiento y/o secuencia puede ser interpretado de diferentes maneras, moldeando de este modo su ejecución.
Como
señala Jesse Enkamp, habría tres formas de interpretar los kata: la
forma “evidente” (omote, anverso o “lo que se ve”), la forma “oculta”
(ura, reverso o “lo que no se ve”) y la forma “práctica” (honto, real).
Ésto nos da la idea de la plasticidad de los kata y, a mi parecer, de su
subjetividad; cada persona puede ver un movimiento o secuencia cosas
diferentes y, por lo tanto, darle un bunkai distinto. Es más, la
distinción entre omote, ura y honto puede incluso antojarse limitada, ya
que lo que para alguien puede ser evidente en un kata, para otra persona
podría permanecer oculto, y viceversa. A su vez, dependiendo de qué
bunkai tenga en mente la persona que practica una kata, ésta será
ejecutada de manera diferente. No es lo mismo realizar un Gedan-Barai
pensando que es una parada a interpretar la técnica como un ataque. Es
en base a estas divergencias que diferentes maestros y escuelas lleguen
a realizar las mismas kata de modo diferente, a veces con cambios
pequeños pero en otras ocasiones con visiones bastante diferentes.
¿Quién no ha cambiado de dojo o ha realizado un seminario con un senseii
distinto y se ha sorprendido por el diferente modo de hacer, incluso en
kata básicos de un mismo estilo? Aún con todo, ésta podría ser aún una visión limitada de lo que es un bunkai. Si éste es una deconstrucción en piezas de la kata, ¿es posible construir de manera totalmente diferente un kata utilizando las mismas piezas? ¿Es posible incluso utilizar piezas diferentes para hacer algo totalmente distinto?
La concepción habitual es la de tomar las kata y, por tanto, al karate,
como un puzzle: una figura predeterminada en la que cada pieza encaja en
un lugar concreto. Sin embargo, la realidad se asemeja más a un lego:
cada pieza es susceptible de colocarse de manera diferente. Con las
piezas que tenemos podemos construir lo que tenemos en la fotografía de
la caja, pero podemos construir otra cosa; es más, podemos unir las
piezas de un castillo con las de una nave espacial y crear un
aeropuerto. Cada pieza se interpretará de manera diferente: la que antes
se colocaba como ala de la nave espacial ahora puede estar en la base de
la torre de control del aeropuerto. Las posibilidades son infinitas, tan
sólo es necesario tener un buen conjunto de piezas y mucha imaginación.
Aunque nos hayan llegado como formas cerradas, las kata han sufrido
históricamente este proceso; no estaban ahí desde el principio de los
tiempos, si no que fueron creándose, evolucionando y reinterpretándose
con el paso de los siglos. Las diferencias entre Bassai Dai y Bassai Sho
parten de las modificaciones que diferentes maestros fueron realizando
sobre una misma kata raíz. Las Heian (originalmente Pinan) fueron
creados por Anko Itosu tomando movimientos y secuencias presentes en
otras kata. Las tres Tekki devienen de la descomposión de una única
kata, Naihanchi. Más recientemente, senseii Taiji Kase reformuló las
kata Heain Oyo y Tekki Oyo. Y podríamos poner muchísimos más ejemplos.
Ésto no quiere decir que la práctica de kata de forma cerrada deba
desecharse, ni mucho menos. Como he señalado, para construir algo nuevo
hace falta un buen conjunto de piezas que debe conocerse
exhaustivamente, y eso sólo se puede obtener en base a la práctica de
kihon, kata y kumite. En este sentido, Hàkan Forss señala la importancia
del ciclo de aprendizaje, sintetizada en el Shukari: En la primera etapa Shu (aprender) aprendes siguiendo al maestro. Imitas las prácticas, principios y pensamientos del maestro. Sólo pasarás a la siguiente etapa una vez hayas hecho propia la kata del maestro. En la etapa Ha (romper), rompes con las prácticas del maestro y haces modificaciones basadas en tu propia creatividad. En la etapa Ri (crear), dejas al maestro y comienzas a crear tu propia kata. (Traducción propia)
Éste ciclo de aprendizaje es continuo, y
realmente nunca se deja de estar en la fase Shu. Siempre hay cosas
nuevas que aprender. Ya hemos construido un fantástico aeropuerto, pero
nos han enseñado una bonita granja que queremos aprender a construir y a
utilizar sus piezas para crear una biblioteca.
Del mismo modo, cada kata puede practicarse de muchas formas diferentes
sin dejar de ser la misma. Dominada en su forma omote, ¿por qué no
realizarla en ura, empezando hacia el otro lado? ¿O en go, hacia atrás?
¿O empezando por el final hasta acabar por el principio? Las
posibilidades del karate-do (y de cualquier arte marcial) son infinitas,
tan sólo se requiere de conocimeinto, prática e imaginación. Lecturas
citadas: |
© Jaime Santa María Bilbao